Por Redacción | Febrero 28, 2025 - 15:18 pm - Publicado en Cultura

Redacción. Con la llegada del último día de febrero, las calles de Aranda de Duero y otros pueblos de la Ribera del Duero se llenan de melodías ancestrales que anuncian la proximidad de la primavera. Las Marzas, un canto tradicional que ha resistido el paso del tiempo, vuelven a entonarse con entusiasmo y respeto por la historia. En el barrio de Santa Catalina, los vecinos se reunirán para mantener viva esta costumbre que hunde sus raíces en tiempos remotos.

Un ritual nocturno que desafía el frío

Este viernes 28 de febrero, a las 21:30 h, en la sede de la Asociación de Vecinos de Santa Catalina, tendrá lugar el ensayo del canto de las Marzas. Posteriormente, a las 22:00 h, dos cuadrillas de marzantes recorrerán las plazas del barrio interpretando estas melodías de ronda. Para recompensar su esfuerzo y entonar el cuerpo tras la fría noche invernal, los participantes serán obsequiados con chocolate caliente y orujo quemado, como manda la tradición.

En el pasado, las Marzas eran entonadas exclusivamente por grupos de mozos solteros, quienes, con ilusión y arte, cantaban para anunciar la llegada del nuevo mes. Hoy día, esta práctica ha evolucionado y las cuadrillas incluyen tanto a jóvenes como a mayores de ambos sexos, lo que ha permitido mantener vivo este legado cultural.

Estructura y evolución del canto

Las estrofas de las Marzas de Santa Catalina han sido recopiladas de distintos cancioneros de la comarca, conservando la estructura tradicional del canto. La interpretación comienza pidiendo permiso para cantar, prosigue con versos dedicados a los meses del año y sus labores, introduce quejas y desdichas amorosas, para luego exaltar la belleza femenina y finalizar con una petición de obsequios a los vecinos.

Antaño, en algunos pueblos se añadían estrofas que reflejaban hechos graciosos ocurridos en la comunidad durante el año. Mientras que algunas de estas coplas eran efímeras, otras se incorporaban al repertorio tradicional. Lo mismo sucedía con la tonada: dependiendo del talento de los coros y la dirección de los ensayos, las variaciones melódicas enriquecían la interpretación.

En Santa Catalina, el canto sigue respetando la tradición tanto en la letra como en la música, aunque se han introducido ligeros cambios en la tonadilla. Además, a mitad de la interpretación, se incluye una estrofa especial para romper la monotonía, permitiendo que algún espontáneo luzca sus dotes vocales.

Orígenes romanos y evolución histórica

El origen de las Marzas se remonta a la transición del calendario lunar al solar, un cambio promovido por Julio César en el 45 a.C. Con esta reforma, el año pasó a comenzar el 1 de enero en lugar del 1 de marzo. Sin embargo, en la cultura popular, la llegada de la primavera seguió siendo motivo de celebración, dando lugar a cantos como las “Martiae” y festividades como las “Lupercales”, dedicadas a las deidades agrícolas.

En la Ribera del Duero, las Marzas también fueron un rito de iniciación para los mozos de entre 15 y 30 años. Alcanzar los 16 significaba ser aceptado en la hermandad juvenil previo pago de una cuota. La participación en el canto y la posterior merienda marcaban el ingreso oficial a la mocedad, permitiendo a los jóvenes comenzar a cortejar y “echarse” novia.

Resurgimiento de una tradición en peligro

Con la llegada de la modernidad y la despoblación del mundo rural, las Marzas estuvieron a punto de desaparecer. Sin embargo, a partir de los años ochenta, experimentaron un renacer gracias al esfuerzo de vecinos y asociaciones culturales. Las nuevas cuadrillas de marzantes han revitalizado este patrimonio inmaterial, asegurando su transmisión a futuras generaciones.

Hoy en día, aunque las frías noches de febrero sigan siendo un desafío, la pasión por mantener viva la tradición prevalece. Las letras y estructuras del canto se conservan casi intactas, aunque cada pueblo añade sus propias particularidades. Si bien antiguamente la fiesta culminaba con una merienda de productos donados por los vecinos, actualmente se opta por pastas, café y aguardiente, un cierre que honra la esencia de la celebración.

Un patrimonio que debemos preservar

Las tradiciones son parte fundamental de la identidad de nuestros pueblos y elemento clave en la cohesión social. A lo largo del tiempo, hemos incorporado modas y costumbres externas mientras relegamos nuestras propias raíces, considerando algunas prácticas como rancias o pueblerinas. No obstante, las Marzas demuestran que la riqueza cultural sigue viva cuando se celebra con pasión y compromiso.

Este 28 de febrero, en Santa Catalina, y en otros rincones de la Ribera; Araúzo de Miel, Baños de Valdearados, Brazacorta, Caleruega, Hontoria de Valdearados, Huerta de Rey, Sinovas, Terradillos de Esgueva, Tubilla del Lago, Valdeande, Villanueva de Gumiel … etc, los marzantes volverán a desafiar el frío para cantar a la primavera. Un homenaje a la historia, a la comunidad y a una tradición que, a pesar del tiempo, sigue resonando con fuerza en el corazón de nuestra tierra.


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