Antonio Adeliño Vélez. Siempre he sentido curiosidad por conocer la historia del llamado Convento de La Arroyada en el municipio burgalés de Terradillos de Esgueva. Soy natural de Villatuelda, pueblo limítrofe, y siempre he oído hablar del antiguo Convento, pero al contemplar el solar donde se levantaba, su visión me hacía sospechar que en aquel lugar no se había erigido un convento clásico, lo que aumentaba aun más mi interés por conocer los pormenores de aquel paraje al que siempre los lugareños hemos llamado El Convento.
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Para conocer su historia he indagado en las páginas del libro titulado: “Aproximación al dominio territorial y económico de Cardeña” escrito por fray Dalmacio Ortiz Espinosa. Un libro donde entre apuntes contables, se describen sitios y lugares que pertenecieron y tributaron al Monasterio de San Pedro de Cardeña, desde sus orígenes en el siglo IX hasta la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX.
No debe extrañarnos que el Monasterio de Cardeña, a 10 kilómetros de la ciudad de Burgos, tuviera posesiones en el valle del río Esgueva a 75 kilómetros de distancia, pues también las tenía en El Cerrato palentino, en Las Merindades al norte de la provincia de Burgos o en los valles de Cantabria. A las primeras donaciones del rey, que dota al Monasterio de los lugares próximos con denominación de Coto Redondo, se van añadiendo bienes donados por nuevos profesos (monjes que entran al convento), por particulares, o los provenientes de permutas o compras ampliatorias; que es el caso del paraje de La Arroyada, pues a una donación inicial se añaden los terrenos comprados para plantar cepas que produzcan un vino de calidad.
Abundando en este tema y para documentar los dominios monásticos de Cardeña en el valle del río Esgueva y en el entorno del Priorato de La Arroyada, es interesante añadir que en el año 948, el abad Obeco de Torresandino ingresa en Cardeña donando dos iglesias del lugar, y en el año 959, un neo profeso dona todos sus bienes en Villa Teudela (Villatuelda). También en el año 1351 aparecen referenciadas dos lugares próximos, Villovela y Villafruela como villas con privilegio de Cardeña por el cual estaban exentas de fonsadas (tributo por no prestar auxilio al rey en la guerra).
Pero vayamos al inicio de nuestras pesquisas. La primera referencia al lugar que estudiamos, la encontramos en una donación hecha en el año 942 al Monasterio de Cardeña por un presbítero neo profeso que entrega Santa Eulalia de Esgueva. Fray Dalmacio añade: “con el tiempo parece que este lugar se agrandará con una hermosa granja”. Dado que no hay más granjas en el valle del Esgueva, que este Priorato de La Arroyada, damos por sentado su origen aquí. Más adelante, al describir los lugares pertenecientes al Monasterio en los siglos X y XI se dice: “Torresandino. Torre Donno Sindino tierras y viñas, allí en Terradillos explotaron la importante granja de La Arroyada, en su origen una ermita que fue agrandándose, siglos X al XIX”. Será en 1690, cuando se compran viñas y tierras en Terradillos, y se hizo casa rectoral para dos monjes con capilla, bodega y anejos además de plantarse 300.000 cepas en la granja de La Arroyada. Conviene en este punto explicar que un Priorato, es un establecimiento monástico poco importante, dependiente de una Abadía o Monasterio. Los monjes estaban destinados temporalmente para gestionar las posesiones y enviar las rentas a su Abadía. El número de religiosos era variable, desde uno, que además se podía encargar de la vicaria (parroquia del lugar), a una comunidad importante; aunque las disposiciones monásticas establecían que al menos fueran dos monjes, donde uno podía ser lego. (monje sin estudios teológicos, encargado de labores manuales y asuntos seculares).
El Priorato de La Arroyada, que recibe el nombre de su paraje homónimo situado en el extremo sur del término municipal de Terradillos de Esgueva, se constituye como tal en el año 1690, cuando el abad de Cardeña Fray José del Hoyo compró viñas en Terradillos en donde se hicieron por valor de más de 50.000 reales, casas, la rectoral para dos monjes con capilla (la otra sería para criados), bodega y anejos. Una excelente granja donde se plantaron más de 300.000 cepas y que proporcionó miles de cantaras anuales de buen vino. Más adelante se completaría la obra con una ermita dedicada a San Pedro, otra bodega, granero, pajar, cercas, huerto, dos estanques, corral y cuadra para una yunta de bueyes y una mula. Falta en esta relación un lagar para elaborar el vino, por lo que supongo que esta labor se realizaría en el pueblo de Terradillos en régimen de aparcería, y no debe extrañar que fuera así, dado que en la memoria de la desamortización podemos leer que “el concejo de Terradillos, pagaba anualmente a Cardeña 6.000 reales”. Así pues, el mosto se elaboraba en Terradillos y luego se llevaba a la bodega de Cardeña (ya famosa en la época) y a las de La Arroyada.
Se puede comprobar en el libro estudiado que el consumo de vino era importante y apreciado, tanto por los monjes como por los criados del Monasterio. Se estima que la media por persona era de 30 cantaras anuales. El abadengo de Cardeña tenía multitud de viñas en su dominio pero producían “un vino corriente, flojo y achacolitado” por lo que era normal que al renovar las plantaciones se optara por las zonas que producían caldos de mejor calidad. De ahí que aquella primitiva donación del siglo X en “el lugar de Augseva (Esgueva) próximo a Torre Donno Sindino” se convirtiera en el siglo XVII en un Priorato, y en el siglo XVIII se mimara y cuidara su granja invirtiendo mucho dinero; antes de que todo se fuera al garete en el primer tercio del siglo XIX.
La ruina de La Arroyada (y de Cardeña) comienza con la invasión de las tropas francesas en 1808, que sin recato alguno se dedicaron a expoliar Monasterios y Conventos. Prosigue con los Decretos de José I Bonaparte que suprime órdenes monacales y religiosas a su antojo y conveniencia. Se agrava con el gobierno del trienio liberal (1820-23) que decreta la supresión de órdenes y congregaciones religiosas y la expulsión de sus miembros. Y sucumbe con la desamortización de Mendizábal (1835-36) que incauta y subasta los pocos bienes que lograron recuperar y restaurar los monjes tras el trienio liberal.
En las cuentas monacales de 1824 no se menciona Terradillos o La Arroyada, lo que indica que se abandonó el Priorato. La docena de monjes que volvieron al Monasterio de Cardeña tras la exclaustración forzosa, no podían acudir a las antiguas posesiones. Bastante tenían con restaurar el destartalado edificio y recuperar las tierras ocupadas de su Coto Redondo.
La Arroyada se subastó en 1846 y remató su venta Ángel Aparicio de Burgos en la cantidad de 14.453 reales. Su estado era ruinoso y abandonado. El Priorato o granja que en el catastro del Marqués de la Ensenada (1752), disponía de casa rectoral atendida por dos monjes, un huerto cercado, corral y anejos, dos bodegas que podían albergar más de 1.000 cantaras de vino y 36.350 cepas de viñas; quedó reducido a dos viñas con 700 cepas, 15 tierras con una superficie de 35 fanegas de sembradura y una casa en buen estado. Todo tasado en 14.453 reales.
Este articulo fue publicado el 6 Febrero 06UTC 2017 a las 9:13 am y esta archivado en Cultura. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.
Enhorabuena
Un excelente estudio
Gracias
Excelente artículo. Bien documentado. Nos aclara algunas dudas a los lugareños de la zona. Enhorabuena.
Excelente trabajo. Muy ilustrativo
Me temo que está totalmente perdido. Apenas queda un resto de muro. La pista de acceso, mejor dicho que pasa cercana, tiene tramos en pésimo estado