Gloria Soto. Mis recuerdos del mundo del espectáculo remontan a la niñez, se funden con cantes y bailes en casa; las películas, Un Rayo de Luz de Marisol, y Zampo y yo, de Ana Belén, que veía en la televisión, ese aparato que revolucionó nuestras vidas en los sesenta, y aquellas salidas esporádicas al circo, y al teatro Eslava, normalmente, en las Fiestas de Aranda. Cuando los circos ambulantes aparcaban en las explanadas de Santa Catalina, antes de que las edificaciones arrasaran con el campo, solía acudir a ver el ambiente. Algunas artistas me dejaban entrar en su camerino. Miraba como se maquillaban y ponían las pestañas postizas, para después ataviarse con esos trajes brillantes que colgaban en la estancia. También, están atados a esas sesiones de la Infantil, los domingos por la tarde, cuando religiosamente acudíamos a ver las proyecciones para menores de 14 años. Y con el recital Rafael Farina en el cine Aranda, al que escuché entre bastidores comiendo paciencias de la confitería de Acinas, mientras mis padres ocupaban la primera línea de butacas.
Desde entonces, he sido asidua del mundo de la farándula. Por eso, no quise perderme el Concierto de Navidad del pianista Jim Brickman, y la cantante Chrissy Metz, en el emblemático Teatro Saenger de Pensacola (Florida). El Saenger es un local de estilo hispano barroco, que fue construido por el arquitecto Emil Weil en 1925, a instancia de sus propietarios, los hermanos Saenger, Julian Henri y Abraham. Conocido como La Gran Dama de Palafox, en clara referencia a la céntrica calle en la que se ubica, desde 1976, figura en el Registro Nacional de Lugares Históricos de los Estados Unidos.
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Una vez atravesada la entrada del teatro, noté su similitud con algunos teatros españoles de principios del siglo XIX. El interior consta de varios pisos, con palcos y pequeños balcones de adorno y está pintado en color crema con adornos dorados. Encima del escenario, en la parte superior central, preside una S coronada, símbolo de Saenger. Desde las butacas de terciopelo rojo, miraba el telón alzado del mismo color, y el piano que presidía la escena. Toda esa composición ¡de pronto! esfumó la distancia geográfica y me pareció estar como en casa. Durante el recital, escuchamos las tradicionales melodías de la época como, Fantasía en Greensleeves, de Ralph Vaughan Williams; Feliz Navidad, la conocida canción que José Feliciano, y composiciones de Jim Brickman, entonadas por la espléndida voz de Chrissy Metz. Los artistas se mostraron muy próximos y, en algunas canciones solicitaron nuestra colaboración. Así lo hicimos en Christmas Feels Like Home, en el que todos a una tatareamos el estribillo.
Brickman, es el solo-pianista con más record de ventas en Estados Unidos. Entre sus varios premios, dos nominaciones a los Grammy; además, es animador, tertuliano y escritor de libros. Por su parte, Chrissy Metz, con una trayectoria vital que comprende Florida, Japón, y California estuvo nominada a los Emmy, y a los Golden Globe por su papel en la conocida serie This is Us. Ambos comparten una mirada espiritual e introspectiva, reflejada en unas creaciones que producen relax y bienestar.
El teatro Saenger se estrenó con una programación que incluyó, primeramente, el Himno Nacional, y, como plato fuerte, la película Los Diez Mandamientos, de Cecille B DeMille. En el inicio, la parrilla constaba de cine mudo y Vodevil. Con la llegada del Cinemascope en los años 40, las películas sonoras se convirtieron en la principal atracción. Una oferta que, en tiempos de la Segunda Guerra, alternó con la retrasmisión oficial de noticias durante las 24 horas. Esta información fue muy bien valorada por los miembros de la Estación Naval Aerea de Pensacola. Entrados los años 70, el teatro que había sido donado al gobierno municipal, se encontraba en estado de deterioro al igual que el centro urbano, planteándose su demolición y la construcción de un parking en el lugar. Gracias a la iniciativa privada, canalizada a través del grupo Amigos del Saenger, al apoyo de la Universidad del Oeste de la Florida, y del propio gobierno de la ciudad, se consiguieron recaudar fondos suficientes para su reconstrucción y reapertura. En 1981, el teatro levantó el telón con la Orquesta de Duke Ellington, presentándose como el centro de referencia de las Artes Escénicas del noroeste de la Florida. Una nueva reforma se abordó de 2007 a 2009, con la inversión de 15 millones de dólares para su mejora. Llegado el año 2018, el teatro quedó completamente restaurado, siendo considerado uno de los mejores de la Nación. Como particularidad, es de destacar que, desde 1925 cuenta con el órgano de pipa de teatro Robert Morton.
Las paredes del Saenger cuentan en su haber con la presencia de famosos de la talla de Rodolfo Valentino, Lucille Ball, Bob Hope, Mikhail Baryshnitov, Itzhak Perlman, Burl Ives, Robin Williams, and Ziggy Marley, entre otros. Actualmente, en su seno colaboran, La Orquesta Sinfónica de Pensacola, Broadway en Pensacola, El Coro de Niños de Pensacola, La Compañía de Opera de Pensacola, y El Ballet de Pensacola proporcionando una oferta de calidad para los amantes de la cultura. El local, al igual que sus homólogos, en Nueva Orleans (Luisiana), y Mobile (Alabama) remite a la herencia española, muy presente en la zona durante la colonización.
Para una servidora, visitar el teatro Saenger supuso unir esas memorias del pasado, con el presente, en un círculo artístico donde todos los sueños tienen cabida y llegan a cualquier lugar del mundo.
Este articulo fue publicado el 31 Enero 31UTC 2024 a las 10:13 am y esta archivado en Cultura. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.